Colalao del Valle es apenas un pequeño poblado que sirve de punto límite entre Tucumán y Salta,
que nos permite tomar conciencia que nos dirigimos en línea recta al corazón Calchaquí.
Ruta 40 hacia el norte, los sedimentos del periodo cretaceo incrustados en los cerros dibujan un paisaje único en el mundo.
Tal vez pueda creerse que esos colores están allí desde siempre. Pero todo posee su fecha correspondiente.
El rosa, el amarillo, el verde agua, el celeste moteado de los minerales de los cerros,
registran el paso de los eternos dinosaurios por la tierra. Hace 65 millones de años desaparecieron de la superficie del planeta.
Sin embargo, parecen haber dejado sus disfraces extendidos sobre los cerros calchaquíes.
Nuestro próximo destino es Cafayate, donde, según sus casi cuatro mil habitantes, se produce el mejor vino salteño.
Al pie del cerro San Isidro y con la Quebrada de las Conchas como centinela, Cafayate nos muestra sus mejores bodegas.
Pequeñas visitas guiadas por las bodegas de Michel Torino y Etchart.
Fundada en 1.840, sus calles bien trazadas y sus casas de estilo colonial o barroco, dan cuenta de su antigüedad.
Con una exquisita degustación posterior, son suficientes motivos para arrancar con mas entusiasmo una caminata de 5 km
que nos depositara en unas místicas cuevas cafayeteñas. Allí tomamos el primer contacto del viaje
con algunas de las pinturas rupestres que luego se sucederán constantemente.
Plaza de Cafayate.
Puente de Cafayate.
Continuar camino cuesta arriba, significa emocionarse con la Quebrada de la Flecha,
entre los poblados de San Carlos y Angastaco, recorrer la incomparable Cuesta del Obispo,
que nos sorprende con su Valle Encantado.
Allí se encuentra una laguna engarzada entre prados de altura y caprichosas formaciones rocosas que la lluvia,
el viento y el inevitable paso del tiempo se encargaron de eternizar.
Es un lugar donde las nubes acunan un suelo muy cerca de Piedra del Molino (3.400 mts), camino a Cachi.
Algunos cóndores bebiendo agua de los bebederos naturales, un puñado de guanacos, vicuñas
y el colorido de los cerros, coquetean con nuestro asombro.
Molinos se convierte en la próxima parada, deslumbrándonos con su iglesia parroquial (1.639),
sus casas de adobe, sus ruinas indígenas de la tribu de los Chicoanas
y la paz característica de un poblado con menos de 3.000 habitantes.
Pero Molinos representa solo la antesala de nuestro verdadero objetivo.
Iglesia de Cafayate.
Al fondo del Valle Calchaquí y a casi 2.300 mts de altura Cachi deslumbra con su Nevado o "Blanco Peñón de la Soledad",
con nueve cumbres, una de las cuales alcanza los 6.720 mts, transformándose en uno de los puntos más altos de Latinoamérica.
Ya dentro del Parque Nacional Los Cardones, el esplendor de la diversidad paisajística no hace mas que seducirnos.
Su nombre (Cachi) tiene un origen lógicamente indígena. Cuentan los lugareños,
que los Chicoanas suponían que aquel montículo de nieve que adornaba la cumbre del "Nevado" era apenas un puñado de sal.
Y cachi, en idioma aborigen, significa justamente sal. Leyendas, que las llaman.
La ruta provincial 33 es el corredor que trasladara nuestras ilusiones viajeras hasta Salta capital,
dejando de lado la inmensidad de los Valles.
Una vez superado el mareo producto de un viaje plagado de curvas, contra curvas y cornisas,
es tiempo de que involucrarnos con las costumbres salteñas. Unas típicas empanadas de carne cortada al cuchillo,
acompañan nuestro primer almuerzo en "La Linda", que continua con un emblemático cabrito a la parrilla
y su correspondiente vino torrontes.
Nevado de Cachi.
Pimentón secando.