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Relato y experiencia, vivida en moto, del viaje a la Ciudad de Salta y Valle de Lerma, por Mauro Damián Nazer en el Noroeste de Argentina

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Página Actualizada el 29 de agosto de 2020.
Unsplashed noroeste de la ciudad de Salta
Salta, más linda que nunca

Tras empacharnos en buena forma, es tiempo de subirnos a las coquetas aerosillas que nos elevaran hasta los 1.600 mts que posee el cerro San Bernardo, desde el cual lograremos tener una vista panorámica de toda Salta.
Entrada la tarde, el tiempo nos juega en contra y las visitas al Convento San Bernardo, la Iglesia San Francisco y el Monumento al General Güemes son casi fugaces.

Ciudad Salteña

Unsplashed imagen de la Ciudad de Salta desde el Teleférico San Bernardo

La Catedral Basílica de Salta

Su nueva catedral (1.882) esta emplazada en el mismo terreno, donde se vino abajo su antecesora, tras el terremoto de 1.854. El nuevo edificio, concebido dentro de la corriente italianizante, tiene planta rectangular de tres naves, profundo presbiterio y un ábside semicircular que contiene al magnífico altar mayor, diseñado por el R.P. Luis Giorgi.
El crucero desborda espacialmente en altura con la presencia de la cúpula central, de alto tambor y linterna terminal. Las naves laterales, más bajas, permiten el ingreso de luz natural a través de vitreaux. Sobre el portal de acceso se eleva un cuerpo central de ornamentación barroca, transformándola en una de las catedrales más imponentes de Sudamérica, digna de haber permanecido en ella poco más de una hora.

Foto del lago en el Parque San Martín, Salta.

Lago en el Parque San Martín.

Foto de la Ciudad de Salta desde el Teleférico San Bernardo.

Teleférico San Bernardo.

PEÑAS y NOCHE SALTEÑA

La noche salteña nos empuja hacia una de sus tradicionales peñas, donde unos sabrosos tamales y varios vasos de tinto, son testigos de nuestra alegría.
El famoso “Boliche Valderrama”, es el lugar elegido, donde unos cuantos gringos, algunos palladores y el más autóctono folclore local, conforman la propuesta nocturna. Que solo tocaría su fin al amanecer, cuando hasta las coplas y bagualas se habían dormido.
Uno de los referentes salteños en el mundo, es, definitivamente, el mítico Tren a las Nubes, del que no podíamos estar ajenos en nuestra travesía norteña.

Foto de la Peatonal Bartolome Mitre, Salta.

Peatonal Bartolome Mitre.

Foto de la Ciudad desde Plaza España.

Plaza España.

Valle de Lerma

Unsplashed imagen del río Blanco en Campo Quijano, Salta

TREN A LAS NUBES

Es preciso madrugar, para poder ubicarse en uno de los casi 600 asientos que tiene el convoy, cuando sale con su formación completa. Más de 1.400 curvas, 13 viaductos, 31 puentes, 21 túneles y la imponencia de las “pinturas” que se ven desde los cómodos vagones, forman parte del desafío.
Tiene como punto de inicio la vieja estación de trenes salteña, de la cual partimos a las 7 de la mañana, aun de noche, fastidiosos y con sueño. Pero con la expectativa de encontrarnos con lo que finalmente hallamos. Una de las obras de ingeniería, mezcladas con la magia de la naturaleza, más maravillosas del mundo, alcanzando los 4.200 mts. de altura. El ingeniero Maury, allá por la década del ’30, fue el padre de la criatura, que por cierto es argentina.
El tren deja la capital para internarse en el Valle de Lerma, donde los campos de maíz y tabaco atestiguan nuestro paso. La pintoresca villa veraniega de Campo Quijano sirve de trampolín para comenzar el verdadero ascenso hacia Los Andes. Es allí, donde las bocas comenzaran a abrirse para no cerrarse sino hasta el final del viaje.

Foto del Tren a las nubes, Salta.

Tren a las nubes.

Foto del río Blanco en Campo Quijano, Salta.

Río Blanco en Campo Quijano.

SAN ANTONIO DE LOS COBRES

Los “zig-zags” en Chorrillos (2.100 mts.) y los “rulos” en las ruinas de Puerta Tastil (2.700 mts.) asombran por la exactitud de su diseño y por el estado de conservación de vías y durmientes, a pesar del paso de los años.
La locomotora recién detendrá su marcha una vez atravesada la Quebrada del Toro, que acompaña el paso del río homónimo. El punto elegido por nuestro maquinista para el descenso es el poblado de San Antonio de los Cobres. Ubicado a unos 3.800 mts. de altura, distante 165 Km. de la capital, y en plena puna salteña cercana al Paso de Sico que nos comunica con Chile, el pueblo alberga a casi 4.000 nobles y humildes habitantes que nos reciben de manera tan amena como emocionante.
Apenas una escuelita, la iglesia y la estación de tren local sirven de escenario para darle un marco aún más tierno al breve contacto con la gente del lugar. Los chicos, con sus pies descalzos y su piel deteriorada por el frío y el viento, componen la antesala de las inevitables lágrimas posteriores.
Finalmente, la formación ferroviaria retoma su marcha con el objetivo de arribar al destino final, el Viaducto La Polvorilla, emplazado a 4.200 mts. de altura. La emoción nos consume... la sensación de estar “llegando al sol” vibra dentro nuestro... sentir como las nubes acarician nuestras almas, mientras el tren baja la velocidad, para permitirnos disfrutar en cámara lenta de esta maravilla.
Luego de recorrer los casi 250 mts. de largo que posee el Viaducto y tras superar el escalofrío que significa sentirse “en el aire” y a 220 mts. del suelo salteño, la aventura alcanza su pico de mayor emotividad.
El resto solo fue intentar “amenizar” el fastidioso regreso hacia Salta, compartiendo las 7 horas de viaje con algunos viajeros apunados, otros descompuestos, un par de grupos folclóricos y la satisfacción de haber viajado en el “Tren del Cielo”. Suficiente para dejar Salta con el alma contenta y tomar la ruta nacional 9 hacia el norte con destino jujeño.

Foto de la vista de Campo Quijano, Salta.

Campo Quijano.

Foto del paisaje de San Antonio de los Cobres, Salta.

San Antonio de los Cobres.